#VozMA _ Joan MacDonald

15.10.2022

Elizabeth Joan Mac-Donald Maier es arquitecta chilena (1969), especializada en políticas y programas de asentamientos humanos. Severamente dificultado su desempeño académico y profesional durante la dictadura militar, retomó sus actividades como Subsecretaria de Vivienda y Urbanismo de Chile durante el primer gobierno democrático (1990-1994). Como oficial de Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe, en 1995 coordinó y editó el primer informe regional (Alojar el Desarrollo) a ser presentado en Hábitat II (Estambul 1996). Luego, como Presidenta del Servicio Latinoamericano, Asiático y Africano de Vivienda Popular SELAVIP (1998 -2014) se encargó de la puesta en marcha de más de 500 proyectos de mejoramiento de asentamientos precarios e informales que beneficiaron a unas 52.000 familias urbanas de extrema pobreza en 53 países del Sur global. Su actividad académica, de 1970 a la fecha, comprende 5 décadas de docencia e investigación en universidades nacionales y extranjeras. Fue Directora Ejecutiva del Diploma Regional en Asentamientos Humanos, realizado por CEPAL, MINVU y la Facultad de Arquitectura, U. de Chile (2000-2003). Ha colaborado con CEPAL, ONU-Hábitat, Banco Interamericano de Desarrollo y otras entidades internacionales en materias de su especialidad. Fue miembro del grupo de expertos convocado por ONU-HABITAT para apoyar la Conferencia Hábitat III (Quito, 2016). Ha publicado unos 30 textos sobre materias de su especialidad.



PASADO:


¿Quiénes fueron tus referentes durante la universidad y tus primeros años?

No encontré referentes importantes en el medio universitario ni al comienzo de mi carrera. Desde comienzos de mis estudios en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica me he planteado la necesidad de revisar y cuestionar muchos valores, normas y tabúes que prevalecen en la profesión, y de explorar y consolidar un enfoque profesional propio. Es una tarea en que aún estoy trabajando después de medio siglo de ejercicio profesional.


¿Tuviste algún docente que marcó tu trayectoria desde la universidad hasta ahora?

A raíz de un tema de taller de 5° año (una vivienda en la población José María Caro) el profesor Fernando Casillo Velasco supo entender y apoyar mi interés por reemplazar la propuesta de una solución arquitectónica definitiva por aquella de un proceso abierto que desarrollarían los propios habitantes. Me confirmó que mi desafío no era encontrar una solución genial sino plantar "una semilla" que se desarrollaría bien en buena tierra. Así me transmitió el concepto de proceso que aún hoy utilizo. Fue una epifanía que me marcó hasta hoy.


PRESENTE:


¿Cómo defines tu quehacer arquitectónico?

En mis actividades en materia de asentamientos humanos trato de poner en práctica mi convicción de que como arquitecto no me corresponde imponer mis ideas y soluciones al habitante sino potenciar las posibilidades de éste para hacerse cargo de su proceso habitacional. Visualizo a un arquitecto que utiliza sus capacidades de propuesta (¡sé que las tengo!) no para lograr obras de prestigio, sino para servir a quienes necesitan de esas habilidades para vivir y sobrevivir en la ciudad contemporánea.

¿Cómo crees que ha cambiado la presencia de la mujer en la arquitectura?

Cuando entré a estudiar Arquitectura, aún era un mundo de hombres. Pero para mi realmente no fue tema ser minoría, ni percibí que ello implicara una eventual desventaja. Más tarde, como académica joven, me daba risa que otro profesor opinara que yo no era propiamente arquitecta sino más bien asistente social. Simplemente porque no me preocupaban solo los ladrillos y metros cuadrados, sino también los habitantes y los procesos que ellos desarrollan. Hoy ya no se discute la importancia de los procesos, dimensión en que las mujeres nos movemos con soltura. Aún así no nos hemos preocupado de hacer valer nuestra visión, y seguimos tratando de conquistar un lugar en esa arquitectura tan centrada en los "productos" arquitectónicos que acomoda a nuestros colegas. Prefiero vernos encabezando una profunda renovación de la profesión en que procesos y productos se manejan de modo más equilibrado.

¿Quiénes serían tus referentes mujeres hoy?

Más que referentes arquitectas, me inspiran mujeres como Sheela Patel, de SPARC- India, o Rose Molokoane, de Slum Dwellers International, Sudáfrica, quienes están dando la lucha por situar a las comunidades de pobres urbanos- sobre todo a las mujeres- a la cabeza de su propio proceso habitacional.



FUTURO:


¿Cuáles son tus próximos desafíos?

Continuar abriendo espacios de reflexión y acción en materia de hábitat urbano. Los efectos de la pandemia sobre los barrios más precarios, o las migraciones, que desdibujan las fronteras entre países, requieren de respuestas urgentes y certeras en materia habitacional. Para enfrentar el desafío de construir ciudades incluyentes y sostenibles es necesario crear puentes, armar redes, aunar esfuerzos, incidir en las políticas. Estaré alerta y dispuesta a aportar mi experiencia y contactos en estas tareas, e incorporar las lecciones que estamos aprendiendo en todo el Sur global en materia de hábitat y ciudad. ,



¿Qué define a un arquitecto(a)?

Para mí, una profesión se define por la responsabilidad que la sociedad delega a sus integrantes, de hacerse cargo de determinados asuntos que requieren de conocimientos y habilidades específicas. Ella se legitima como profesión si ella asume efectivamente la labor que le fue asignada. ¿Estamos los arquitectos dando buenas respuestas a los desafíos más importantes de nuestro campo de acción? En las ciudades de mundo en desarrollo, cerca de 1,6 mil millones de personas aún habitan en tugurios. El alivio de la precariedad del hábitat requiere entre otros aportes, de capacidad profesional para mejorar y construir grandes cantidades de viviendas e instalar servicios y equipamientos urbanos en escalas y contextos complejos. Nuestra respuesta - y la de los centros académicos que nos forman- a este desafío crítico es poca y pobre, lo que nos resta legitimidad profesional e implica que otros hayan ocupado estos espacios.

Desde mi experiencia profesional no me parece entonces tan importante delimitar o defender el ámbito profesional del arquitecto, ni me preocupa mantenerme dentro de él. Tampoco desapruebo que alguien que no es arquitecto resuelve bien problemas que éste debería asumir. En mi trabajo en el Sur global ha aprendido a valorar la labor de esos "otros" arquitectos de hecho - estudiantes, profesionales, líderes comunitarios, empleados municipales, sacerdotes, etc.- que suplen lo que en rigor podría ser responsabilidad o competencia de los arquitectos. ¡Bienvenidos sean!

Pero a su vez debo reconocer que cuando he podido compartir y colaborar con arquitectos de notable impacto y trayectoria en asuntos de hábitat popular - como John Turner, Arif Hassan, Kirtee Shah, Enrique Ortiz, entre muchos otros- inevitablemente he sentido una cercanía y complicidad que solo logro atribuir a la magia de compartir esta profesión tan especial que pese a sus debilidades nos marca de manera especial.